lunes, 21 de noviembre de 2016

El Mayor Cuento de Horror



Lord Harrington Morris, afamado escritor de novelas de terror contemporáneas, llevaba muerto 15 años y en el día del aniversario de su muerte uno de sus descendientes encontró una pequeña libreta roja enterrada en el patio trasero de la casa que alguna vez fue de Lord Harrington y que le dejó como herencia.

Lo que aquella pequeña libreta roja contenía era más terrorífico que cualquiera de las publicaciones de terror que su dueño haya publicado. Contenía cortos resúmenes de asesinatos, violaciones y demás fetiches que Lord Morris había publicado pero con una particularidad que lo cambiaba todo.

El día de su lúgubre muerte, en medio de su agonía y antes de la exhalación de su último aliento escribió éstas perturbadoras palabras en su pequeña libreta roja, la cual arrojó desde su ventana al patio trasero de su casa y decía:

“Malditos aquellos que viven para el placer pecaminoso y malditos los que alientan a ellos, todos están malditos, todos morirán miserablemente, porque la maldad los corroe. Me vi obligado a presenciar y practicar los más repudiables actos de sodomía, canibalismo, masoquismo, sadismo, desmembramientos, muertes y más, y Dios sabe que fue por mi familia, sólo él sabe que le hubieran hechos a mis pequeños hijos si no aceptaba lo que me exigían, pero lo peor sin duda fue la aclamación que recibía por publicar esas monstruosidades plasmadas en libros que nunca tuvieron la capacidad de mostrar todo el horror del realismo puro vivido.”

El mayor cuento de Horror es aquel que se cuenta de la vida real.





lunes, 14 de noviembre de 2016


Un día de ensueño



Era una hermosa tarde en la mágica laguna Quilotoa, pensó José, y se dijo a sí mismo: Es muy bueno para ser verdad, no hay nada más perfecto que ver el atardecer tomado de la mano de tu prometida, reposando en los más cómodos prados, luego de que ella aceptara ser tu esposa debajo de un jardín colgante natural...

... Entre las miradas que él y su prometida se dan, José empieza a sentir unas agudas pulsaciones en su pecho, siente como si se fuera a desmayar, los impulsos eléctricos recorren todo su cuerpo, su visión se va desvaneciendo y entonces, de un brinco que inició en su pecho, se despierta abruptamente, intenta abrir lentamente sus ojos, pero sus párpados le pesan y además percibe una luz cegadora justo encima de él; de pronto se da cuenta donde está, ya no ve los hermosos prados, la mágica laguna, ni el jardín colgante, ahora solo ve a médicos, agujas y sangre, mucha sangre que lo rodea. Con un enorme esfuerzo intenta preguntar a través de la máscara del respirador pero finalmente se desmaya.

José vuelve a despertar, aún somnoliento por las medicinas consigue llamar a una enfermera y un doctor que estaban cerca y les pregunta ¿dónde está Olivia?, ¿dónde está su amada?. la enfermera y el doctor se miran entre sí, inhalan profundamente y le relatan lo acontecido:
- La cámara de seguridad lo grabó todo - indica el doctor - Cuando usted y su novia iban en la carretera 55 camino a la laguna Quilotoa intentando rebasar el tráiler que iba al frente, se soltó el cargamento lateral del trailer y cayó del lado del copiloto, el auto patinó pero al poco tiempo se chocó con otro carro que venía en dirección contraria. Los encargados de revisar las cámaras avisaron a este hospital y enviamos paramédicos de inmediato, pero…

- Doctor dígame dónde está ella - interrumpió José desesperadamente

- La enfermera contesta - Lo lamentamos pero su acompañante falleció al instante del accidente, usted ha estado inconsciente por 3 días, ahora está con signos vitales estables pero quizás nunca más vuelva a caminar.

Era una hermosa tarde en la mágica laguna Quilotoa, pensó José, y sollozando se dijo a sí mismo: era muy bueno para ser verdad.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Ayer conocí a una mujer hermosa y sin embargo nunca sabré quien es.



Estaba tan cerca de ella que casi podía besar sus labios, pero estábamos tan lejos que nuestras miradas jamás se cruzaron.

Estaba tan cerca de ella que podía percibir el olor de su cabello, pero estábamos tan lejos que no podía decirle ni “Hola”.

Estaba tan cerca de ella que nunca olvidaré su belleza, estábamos tan lejos que ya casi he olvidado su rostro.

Estaba tan cerca de ella que la he soñado desde aquel entonces, estábamos tan lejos que nunca la volví a ver.